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Entrevista

La entrevista: Yolanda Ordóñez

Cada familia y cada persona individualmente es un mundo.

YOLANDA ORDOÑEZ RUBIO, Granadina de 37 años.
Hace cinco años que se trasladó a Cataluña. Primero en Badalona y ahora vive en una casa rural en la costa del Maresme con su pareja, cinco gallinas y un gato.
Hizo una diplomatura de Trabajo Social, pero la verdad es que casi siempre ha trabajado de educadora social.

Hoy, la entrevista la haré a Yolanda, una compañera que se incorporó a finales del curso pasado y que ha entrado en el equipo por ser la referente de familias, una figura que no teníamos en la Fundación y que creemos imprescindible para poder ofrecer una mejor atención y acompañamiento a las familias. Aunque Yolanda hace pocos meses que está con nosotros, parece que lleve mucho más tiempo. Ha sido una entrada progresiva pero intensa, y ya se ha hecho su lugar en la Fundación. Ya es una más de nosotros!

¿Yolanda, cuáles fueron tus motivaciones para estudiar Trabajo Social? ¿En algún momento has pensado que hubieras escogido otra profesión?

Pues mira fue circunstancial, porque quería estudiar psicología y no me admitieron.  Tenía una amiga que había hecho Trabajo Social y trabajaba en Servicios Sociales y un día me invitó a pasar el día con ella. En aquellos momentos los Servicios Sociales eran muy distintos a lo que son ahora. Menos saturados, menos demandas.  La verdad es que me gustó mucho la experiencia y pensé… ¿por qué no? Así que fue entonces cuando elegí Trabajo Social.

Y sí, si volviera atrás, estudiaría Ingeniería agrónoma…  ¡Lo tengo clarísimo!

Después de terminar los estudios, ¿cómo fueron tus comienzos laborales?

Pues tuve muchísima suerte.  Sin terminar de estudiar ya estuve haciendo prácticas en colegios. Y fui a parar a un sitio parecido a la Fundación, pero mucho más grande aunque familiar. Allí aprendí mucho. Este recurso social, tocaba muchos ámbitos (menores, discapacidad, familias…), con gran diversidad de proyectos. Allí estuve entre 5 y 6 años, en varios proyectos: menores inmigrantes no acompañados, jóvenes mayores de 18 años en proceso de integración socio-laboral, familias en situación de riesgo social, menores con necesidades educativas especiales. Se llamaban Fundación Hermanos Obreros de María conocida como la “Ciudad de los niños”.

¿En qué ámbitos has trabajado? Crees que has encontrado el ámbito que más te llena? ¿Por qué? ¿En qué te sirve tu experiencia anterior para el trabajo que llevas a cabo ahora?

A nivel social, con todos los ámbitos que he comentado antes, que fueron muchos. Pero además trabajé en mis inicios de pescadera, cajera en supermercado, cocinera de bar, en el campo cogiendo aceituna, almendra, manzana… un poco de todo.

En este momento creo que sí que he encontrado el ámbito que me llena, pero creo que aún tendría que buscar y afinar más, poco a poco, para combinar el trabajo con familias en algún proyecto agroecológico.

Creo que me ha dado visión de diversidad. Eso me hace pensar que cada familia y cada persona individualmente es un mundo.

Según tu opinión, ¿qué habilidades o capacidades básicas crees que debe tener un trabajador social en el trabajo con familias?

La escucha activa. Saber escuchar y observar sin esperar qué te van a decir. Y sobre todo mucha paciencia y tranquilidad para lo que venga. Y no juzgar, que eso nos cuenta a todas un montón.

¿Te has encontrado alguna vez en alguna situación en la que no sabías cómo actuar?

Sí, muchas veces. Creo que siempre tienes a tu lado a ciertas personas que tienen más experiencia  en los sitios donde trabajas y te pueden ayudar mucho. O a veces esas personas tampoco pueden pero es confiar en que las cosas a veces se van colocando en su sitio poco a poco y sino, estamos  para sostener, acompañar y ayudar.

Escuchamos mucho la frase: «se debe separar la vida profesional de la personal». Según tu opinión, ¿crees que esto es posible?

He aprendido a no sufrir y a estar más tranquila, pero muchas veces sigo llevándome el trabajo a casa.

Es todo un trabajo que iremos construyendo juntas.

¿En qué consiste tu trabajo a la Fundació Salut Alta?

Estamos implementando un proyecto nuevo para que las familias de los niños que participan en las actividades de los proyectos, puedan estar más presentes en el día a día de la Fundación. Este primer año será un primer empujoncito. Las familias ya suelen participar, pero la idea es que sean conscientes de que aquí tienen su espacio y que podemos llegar a hacer cosas a petición de ellas.  Es todo un trabajo que iremos construyendo juntas.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo en la Fundación? ¿Y lo más complicado?

Lo que más me gusta es el equipo de personas que me rodean. Vamos, los compañeros/as. Y lo que menos me gusta es que me pilla lejos de casa…

Un día comentaste que este barrio de la Salut Alta te recordaba al tuyo de Granada ¿En qué sentido?

¡Sí! Porque mi barrio se formó por mucha gente que no era de Granada capital, venían de otros pueblos. En su momento era gente obrera. Hay una carretera que separa el barrio viejo del nuevo.  Con el tiempo la zona vieja ha sido repoblada por gente de otras nacionalidades como ha pasado aquí.  

¿Por qué crees que es importante trabajar con las familias de los niños/as i adolescentes que participan en la Fundación?

Nosotros podemos de alguna forma trabajar con los niños en el día a día, pero si además trabajamos con sus familias, éstos serán conscientes y dándoles las herramientas suficientes podrán continuar con ese trabajo en casa. Podemos trabajar habilidades sociales, higiene, comunicación, emociones, pero no es lo mismo si los padres desde pequeños también colaboran en la educación y así mejorar la crianza.

Hablamos siempre mucho de nuestra mirada a las familias. ¿Nos podrías explicar esta “mirada”, o algunas particularidades de ella?

Esta mirada pasa en primer lugar por mirarse una misma a nivel interno. La relación con nuestros padres, hermanos, abuelos, para ser conscientes de la complejidad que tiene un sistema familiar. Así podremos mirar a la familia en igualdad de condiciones, entendiendo que cada familia es única, diferente y tiene su funcionamiento. Esto implica no juzgar, no dar cosas por sabidas o escuchar sin esperar nada a cambio. Aquí es dónde puede comenzar un verdadero acompañamiento en el ciclo vital de la familia que tenemos frente a frente.

Como referente de familias, ¿qué te planteas para este curso?  ¿Qué novedades le espera a la Fundación y a las familias con tu incorporación?

Primero situarme. Y lo que más me gustaría sería, al margen de las actividades y propuestas programadas, intentar buscar un par de salidas fuera de la Fundación con las familias. Eso es uno de los objetivos que me gustaría llevar a cabo.

¿Novedades? Pues vamos a reír, divertirnos y jugar mucho. Pensar en espacios diferentes para compartir con las familias.

En el poco tiempo que llevas en la Fundación ya habrás vivido algunas situaciones, cuéntanos alguna de ellas o alguna anécdota, algo que te haya sorprendido, alguna peculiaridad…

Pues mira, recuerdo el día que hice la entrevista con María, la Directora, yo estaba muy nerviosa como siempre pasa con estas cosas. Al acabar me quiso presentar a parte del equipo que estaba por allí y, al abrir la puerta, empezamos hablar, me preguntó que de dónde venía y yo respondí “pues de Graná” y creo que no esperaban mi respuesta y empezaron a reír todas, porque estaban esperando que les dijese la zona de Barcelona de dónde venía.

Y, finalmente… vives en Catalunya, eres granadina… hoy que se habla tanto de la “interculturalidad” dentro de España, ¿cómo se siente una andaluza en medio de Catalunya?

Pues muy acogida. Siempre me he sentido desde el primer día que llegué, muy muy acogida. En el trabajo, con los amigos…  y eso ha facilitado mi integración.